¡Que la D es muda, paleto!

Otra vez él. Es imposible que, haga el trabajo que haga, el público quede indiferente, pues solo él conoce la fórmula que utiliza para sorprender no solo a los grandes expertos, sino al gallinero en general. Él mismo explica lo que es la base temática y visual del film: “Siempre quise hacer un western. Me gustan todos los tipos de western, pero como para mí el favorito siempre ha sido el spaghetti-western, pensé que el día que hiciera uno sería dentro del universo de Sergio Corbucci.” 

Así resume el genio Tarantino su intención de gestar su último trabajo, Django desencadenado, en el que muestra un anacronismo exagerado al mezclar la época en la que se desarrolla el film con la aparición espontánea de un grupo de pacotilla de Ku Kux Klan (formación que aún no había tenido lugar en ese punto de la historia) o la aparición de la dinamita, que no había sido inventada por aquel entonces. Todo esto conforman su universo, el mismo que nos embauca y transporta a otra dimensión marcada por la venganza, la ironía, el humor absurdo, la crueldad que supone el sometimiento del débil y un cúmulo de características que hacen de esta última, otra obra maestra del director, aunque no pueda situarse al nivel de Pulp Fiction.

El director extrae esa parte perteneciente al pasado de su país (el lejano oeste) y la hace saltar por los aires para homenajear a un género que ya quedó atrás y haciéndonos disfrutar de él de nuevo. La cruenta realidad que sobre la raza negra se ejercía en aquella época se representa sin ningún tipo de censura, quitando de vez en cuando la carga emocional tan desagradable con sus característicos diálogos perspicaces y atrevidos que quedan grabados para la posteridad. Se ha rodeado para elaborar su spaggheti-western ideal de grandes actores como Jamie Foxx (Django), Christoph Waltz, que da vida al dentista cazarrecompensas que es capaz de dominar a una población de 100 personas apuntándole con un rifle gracias a su indiscutible verborrea y apreciado sarcasmo, y que además cuenta ya con un Globo de Oro por su interpretación como Dr. King Schultz, un exquisito Leonardo Di Caprio sobre el que recae el personaje más vil del reparto, y por último, un Samuel L. Jackson imprescindible en la historia, pues su papel cruel y autoritario con la raza negra (a pesar de también serlo él) aporta de nuevo un humor absurdo muy bien acogido por el público.

El canalla de Tarantino regresa, y lo hace deslumbrando en todos los aspectos, pues la banda sonora no es ni mucho menos un aspecto que se pueda obviar. Nos deja una vez más un trabajo cargado de diálogos brillantes, divertidos y peligrosos personajes y un retrato del que fue quizás el periodo más oscuro de EEUU como solo Tarantino sabe hacer, con su inconfundible sello particular.

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