DAVID BISBAL, EL JUGLAR DE RIZOS

Allá por el S.XIII, en tiempos de Alfonso X el Sabio, existían unos personajes que viajaban de corte en corte recitando y cantando poemas. Estos artistas, de origen humilde y en ocasiones mal vistos por la sociedad, estaban dotados para el cante y el entretenimiento. Muchos piensan que en nuestros días ya no existen tales individuos; sin embargo, si echamos un vistazo por el panorama musical actual encontraremos algunos vivos ejemplos de juglares actuales. Uno de ellos ha cambiado el tradicional laúd por los rizos y los cantares de gesta por las canciones de amor; se hace llamar David Bisbal.

Las características del intérprete coinciden a la perfección con las de la figura del juglar. Pese a no componer sus canciones no se puede negar que entretener, entretiene, al menos a una mayoría que es la que lo ha encumbrado en el éxito con los millones de copias de discos vendidos. En el último, Sin mirar atrás, demuestra un derroche de voz que puede resultar atractivo para un concierto en directo, pero que si hay que escucharlo en el mp4 o en el ipod llega a cansar e incluso a provocar un ligero dolor de cabeza.

Tal vez ello se deba a la distribución de las canciones en el disco. Mientras que las más movidas están al principio las lentas se agrupan al final en lugar de intercalarse entre sí facilitando la escucha del CD. Si se anda un poco distraído será difícil distinguir una canción de otra ya que los estribillos de las mismas son extremadamente semejantes entre sí al igual que lo son los temas sobre los que tratan: el amor, el desamor, el deseo de amor o todo mezclado. Si era requisito imprescindible que el eje argumental de este álbum fuese el de la dependencia de la pareja, hubiera resultado más eficaz organizar las pistas conforme a la narración de una historia lineal en la que se relatasen las distintas fases emocionales de una hipotética relación amorosa.

Los melismas del cantante y las rimas fáciles son los elementos que resaltan en este trabajo. Pese a que hay que reconocer que la sencillez en la composición de algunos temas los hace pegadizos o incluso con la capacidad de llegar a enternecer al oyente, el consumo del disco es más aconsejable como banda sonora de discoteca (a ser posible veraniega) que como producto musical de uso íntimo y particular.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.