Cumbia con gafas de pasta

Cholita Sound

Por mucho que pensemos que hay canciones que no bailaríamos nunca, en el fondo, la música es pura matemática, y se debe a fórmulas que, como el sexo, producen reacciones químicas maravillosas entre elementos antes irreconciliables. Como el movimiento musical sin complejos que sacude, desde hace algún tiempo, las caderas de Latinoamérica, en una sabia combinación de música de baile y sonidos populares, al que algunos ya se atreven a llamar sabrosindie.

Un nombre, como todos, discutible, y cuyos mayores abanderados hasta la fecha son Los Master Plus, dos mexicanos que se hicieron famosos con ‘Nena’, su versión del tema ‘Lady‘, del francés Modjo, y que ahora llenan salas de conciertos en su país y toda Centroamérica con este cover de Sex on Fire’, de los Kings of Leon.

 

Vale, a lo mejor ha sido un poco fuerte para empezar. Pero que nadie se equivoque; Los Master Plus no dejan de ser una anécdota dentro de este fenómeno, en el que suceden cosas muy distintas, desde cumbia hasta global bass, pasando por el funk y toda suerte de mashups –híbridos entre dos canciones- con un denominador común: la búsqueda de una identidad musical de vanguardia, pero propia, más cerca de los paisajes y los colores de la memoria colectiva latinoamericana que de las hitlist de fuera. Ya lo decía la canción de los mexicanos Molotov, “más vale cholo (mestizo de sangre india y europea) que mal acompañado”.

 

Desde los Andes, con el poncho y la falda un poco más cortos
de lo habitual en esas latitudes, la chilena Cholita Sound.

 

Grupos como Instituto Mexicano del Sonido (cuyas canciones esconden verdaderos tesoros sonoros del cine clásico mexicano) o Nortec (electrónica de vanguardia con elementos de la música norteña) ya han demostrado con creces su disposición a bucear y experimentar en el mapa sonoro latinoamericano. Es cierto, lo que está consiguiendo ahora el sabrosindie no es del todo novedad.

 


 

Y seguro que, si hay algún moderno español leyendo estas líneas, se las debe estar dando de más moderno todavía, porque él pone Manolo Escobar en sus fiestas y hasta tiene una lista de reproducción en el iPod que se llama «Spanish Bizarro». Pero eso, comparado con la maleta de estos djs, es como aquello de sentar a un pobre en la mesa por Nochebuena: cobarde.

 

 Cero 39, de Colombia

 

El mayor mérito del sabrosindie es que ha terminado con el miedo a empaparse y a hacer el ridículo. Es la heroicidad de alcanzar el punto de encuentro entre lo cool y los expositores de cedés de las gasolineras y de hacerlo con poncho, con trenzas o con la guayabera (camisa típica de algunos países latinoamericanos) puesta, sin que se quede en una anécdota. Eso, a veces en cachondeo, a veces totalmente en serio, funciona.

El peligro radica en que algún día el deep cumbia, el chullo (gorro andino) y los sintetizadores con samples de boleros dejarán de ser un riesgo y se convertirán en lo más de lo más. Y entonces lo aborreceremos y nos marcharemos, aburridos, a escuchar otra vez a Belle and Sebastian.

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