Chema Madoz: Lo aparente desconocido

una foto de la expo

Entre la cruda realidad y el mundo de los sueños existe una fina línea divisoria donde todo existe y nada de lo que conocimos es completamente cierto. Es en ese juego de verdades y mentiras donde Chema Madoz (Madrid, 1958) se vuelve imprescindible. La galería de arte Moriarty (Libertad, 22) lleva años viajando al mundo de los sueños de mano del fotógrafo. Aún hay tiempo de ver su última exposición hasta el próximo 29 de febrero.

 

Entre las notas de extrema sensibilidad a que nos tiene acostumbrados quien en 2000 recibiera el premio Nacional de Fotografía, podemos encontrar en esta ocasión toques más sociales, más rebeldes, más cercanos al momento que vivimos. Sin abandonar nunca su particular lenguaje, Chema Madoz nos planta cara  a cara con manos que piden limosna… quizás para gastarlo en la ropa que lucía aquel maniquí. Las apariencias engañan, todos estamos hartos de oírlo y todos creemos reconocer las diferencias… pero ¿cuántos de nosotros hubiésemos mirado a ese escarabajo de no estar escondido tras una bella mariposa?

La relación de Madoz con el absurdo y la paradoja es evidente: no hay más que ver a ese pobre avestruz que quiere volver al una de las fotos de la exposicionhuevo (¿quién no desea de vez en cuando volver a ser pequeño para no tener que enfrentarse al mundo?). Recogedor del concepto de objetos que Man Ray empezó a trabajar en fotografía, y como ya hicieran los vanguardistas del S.XX,  la genialidad del autor consiste en descontextualizar lo conocido, en hacer que nos replanteemos lo cotidiano.

Podría decirse que Chema Madoz tiene alma de artista. Se expresa mediante la fotografía, sí; pero es innegable su relación con la escultura, creador de pequeñas figuras efímeras que duran el tiempo de un clic; con la música, partituras que acompañan el paso de la luz; y sobre todo con el lenguaje: ¿acaso no son sus fotos metáforas puras en blanco y negro?

una foto de la expo

Deja una respuesta

Your email address will not be published.