Bring Me The Horizon: «¿Qué narices le ha pasado a mi banda favorita?»

Oli Sykes
A la izquierda, Oli Sykes en 2018. A la derecha, Oli Sykes en 2016... O cómo convertirse en el C. Tangana del "screamo" en dos años
Oli Sykes
A la izquierda, Oli Sykes en 2018. A la derecha, Oli Sykes en 2016. O cómo convertirse en el C. Tangana del «screamo» en dos años

Oliver ‘Oli’ Sykes siempre ha mantenido una relación tortuosa con el amor y con sus fans. Amo’, el nuevo disco de su banda Bring me the horizon, es el fruto de este vínculo retorcido. Sale hoy a la venta y se trata de “su mayor viaje hasta el momento”, según reveló el vocalista de la formación a la revista Kerrang!. “Algunos seguidores pensarán: ‘¿Qué narices le ha pasado a mi banda favorita?’ Sin embargo, seguimos siendo Bring me the horizon”, dijo. Pero poco o nada queda ya de aquel adolescente emo con adicción a la ketamina que se desgañitaba sobre los escenarios, donde rogaba a Dios que enviase sus plagas para erradicar la Tierra en Pray for plages, del álbum debut Count your blessings (2006).

Durante la primera década de los 2000, Bring me the horizon era sinónimo de deathcore. Cuando, en sus conciertos, aquel chaval tatuado hasta la línea de la mandíbula le sacaba el dedo a los sanatorios mentales o a los predicadores cristianos, sus seguidores calcaban el gesto. Tal era el magnetismo que ejercía Oli Sykes sobre los adolescentes que cada insulto al público se consideraba una bendición. Aquel maniquí rábico realmente incitaba a la posesión. Gritaba con todas sus fuerzas, vomitaba corrientes eléctricas y una energía oscura y tenebrosa se abría paso a través de su tráquea, directa a las primeras filas… pero, por lo visto, no emanaba de manera correcta. No desde el diafragma.

Intercalar el grito gutural (ese gruñido tan característico en el heavy metal de comienzos de la década de los noventa) puede ser muy duro para las cuerdas vocales y causar daños permanentes en la voz. Por aquel entonces, la mayoría lo desconocíamos. Las primeras advertencias de los fans llegaron con Suicide season, (en español ‘Temporada de suicidio’), el segundo álbum de estudio de la formación británica. La técnica vocal de Oli Sykes inquietaba a la última generación de millennials: los emos.

Llegados a este punto, convendría explicar que los adeptos al club de la taciturnidad (al que confieso –con nostalgia y un par de medias de rejilla rosa fosforescente olvidadas en el cajón– que yo pertenecí) manteníamos una actitud apesadumbrada per se, por lo que el posible deterioro de las cuerdas vocales del líder de Bring me the horizon era una cuestión gravísima, casi funeraria. A partir de entonces, comenzamos a escuchar a la banda con una intranquilidad recelosa.

Los rumores del estropicio vocal al que el cantante británico se había estado sometiendo se corroboraron con el lanzamiento de un tercer álbum en 2010. There is a hell, believe me I’ve seen It. There is a heaven, let’s keep It a secret (cuya traducción sería ‘Existe el infierno, créeme, lo he visto. Existe el cielo, vamos a mantenerlo en secreto’), manifestó un cambio radical en el sonido y las letras de la agrupación, virando del deathcore al post-hardcore. En este trabajo, Oli Sykes continuaba escupiendo fuego por la boca; sin embargo, había comenzado a introducir interludios melódicos para reposar la voz. Los fans respiramos aliviados y buena parte de la crítica recibió de buen grado la fusión de estilos.

En 2013, Bring me the horizon lanzó Sempiternal, un álbum lleno de «perfectos singles» como Can you feel my heart o Sleepwalking (pegajosos, muy pegajosos). Pero la transición no fue ni mucho menos traumática, ya que en There is a Hell ya habían abandonado casi por completo el metalcore de su celebrado Suicide Season. Sentíamos que la banda maduraba con nosotros: Oli Sykes se había cortado el pelo y se movía en un nuevo registro más rasgado, claramente influido por Chester Benington de Linkin Park; a la par, mis amigas y yo habíamos desterrado los tonos más claros de nuestras bases de maquillaje. No obstante, y a pesar de tener siempre presente a la muerte, pocos seguidores del grupo pudimos vaticinar lo que se nos sobrevenía.

El 24 de julio de 2015, Bring me the horizon estrenó Throne. El videoclip de la canción –comparado estilísticamente con la serie de televisión Juego de tronostenía la estética de un grupo de indie y fue calificado por los críticos de la revista TeamRock como «ridículo». Este single ‘llenapistas’ formaba parte del álbum That’s the spirit (‘Ése es el espíritu’), un disco de nu metal y rock electrónico, una propuesta demasiado edulcorada para los fanáticos de la banda, ahora más cercana a Thirty seconds to mars que a ellos mismos en su época quinqui.

Amo asfalta hoy lo que Bring me the horizon ya arenó con That’s the spirit, un álbum que «simplemente preparó el camino», tal y como confesó Sykes. «Sentimos que era el momento de hacer algo completamente diferente, pero no podríamos haber hecho este álbum antes. Teníamos que preparar a la gente para la nueva dirección que vamos a tomar«. No es de extrañar que el vocalista sienta que debe avisar a sus seguidores más acérrimos: son siempre los más críticos con los cambios, incluso llamaron «puta» a la ex mujer de Sykes durante su divorcio (inspiración, por otra parte, del nuevo disco) y le preguntaron a si había vuelto a abusar de la ‘keta’ porque Amo es «una mierda».

Amo contiene una colaboración con Grimes llamada Nihilist Blues, muy cercana al electro-pop. Sobre Medicine se ha llegado a decir que suena como One Direction. Mother Tongue, la balada que Sykes dedica a su nueva ex mujer, es completamente surrealista si la comparamos con Fuck. En definitiva, el nuevo trabajo de Bring me the horizon será muy diferente a lo que los antiguos fans hubiéramos esperado… hace diez años. El problema con la música hoy día es que no le concedemos a los artistas la oportunidad de ser artistas, de tomar riesgos, de experimentar con otros estilos. Esperamos que sigan pintando el mismo cuadro una y otra vez. Los chicos tatuados se han hecho mayores y han sentado la cabeza de la mejor manera posible. Al igual que nosotros.

Escucha Amo, disponible en este enlace.

Laura C. Liébana

Periodista. No me gusta mi segundo apellido. Mi vida se basa en establecer relaciones entre un Miró, un Chanel, una de Woody Allen y las peores series de Netflix. Twitter e IG: @lauracliebana

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