Los contagiosos sonidos de la música garífuna con Aurelio en la Sala Caracol

Aurelio en la Sala (Foto: Karla Vivanco)
Aurelio en la Sala Caracol (Foto: Karla Vivanco)
Aurelio en la Sala Caracol
Aurelio en la Sala Caracol

El concierto arrancó con una energía desbordante. Cinco músicos en el escenario de la Sala Caracol comenzaron a tocar, demostrando su experiencia musical. Aurelio es un veterano y este era su primer concierto en Madrid. Es uno de los artistas más reconocidos de Centroamérica y un entusiasta promotor y defensor de la cultura y la música garífuna, la cual compone desde finales de los años 80.

Como era de esperar, su canto pronunció palabras imposibles de entender. El dialecto garífuna, propio de esa cultura proveniente de las Antillas Menores, suena como sonidos primitivos. Las trenzas de Aurelio eran péndulos en su espalda, que celebraban cada vocal entonada por su carismático portador. Sin embargo, se sentía el Caribe en la melodía y África en el ritmo; razones suficientes para que los asistentes se dejaran llevar.

Aurelio, mayor exponente de la música garífuna
Aurelio, mayor exponente de la música garífuna

Al terminar el segundo tema, habló de las creencias de su cultura, donde Baba es su dios. Los garífunas nunca mueren porque sus espíritus se elevan hacia sus ancestros, a los cuales dedicó la siguiente canción. El concierto era parte de una gira mundial para promocionar su ultimo disco, llamado Darandi (2017). Pero en toda su música se oía la influencia de los animales y la isla. Su cultura resonaba en cada nota. La banda se escuchó conectada desde el inicio.

“Hoy es noche de balance”, exclamó, destacando la importancia del amor y el respeto mutuo. Habló sobre la inmigración y cómo nos olvidamos de dónde vienen realmente esos problemas. Continuó con mensajes como: “Digan lo que no les guste” y “No a Trump, no más separación”, aludiendo al polémico nuevo presidente de EE.UU. Gritos de alegría y apoyo se oyeron desde el público.

El repertorio reunió canciones de sus primeros disco: Garifuna Soul (2004), Laru Beya (2011) y Landini (2014). La guitarra eléctrica de Guayo Cedeño y la percusión generaron múltiples aplausos. El primero producía con las cuerdas punteos de un sonido propio y tropical, diferenciándose de la cumbia, el reggae o la música chicha. El segundo demostró en dos ocasiones su habilidad mediante interminables redobles que tocaba rápidamente con las manos, mientras el resto de la banda lo miraba en silencio.

Un grupo de mujeres de la comunidad garífuna se acercó al escenario y comenzó a alentar con euforia. Aurelio se emocionó y se puso a bailar para sus fans como si estuviese en su tierra. La presentación llegaba a su fin, y para el último tema, ellas se subieron al escenario convirtiendo el concierto en una demostración de baile típico.

Contar con el factor sorpresa de ver a un artista desconocido causa emoción e incertidumbre. Fue gratificante apreciar que la música tiene el objetivo de preservar la cultura. Una cultura que, en este caso, se siente orgullosa de su legado y de los matices de su música: colores tropicales que se amplificaban con las luces de la Sala Caracol, el carisma de Aurelio y la banda vistiendo sus llamativas camisas. El orgullo de ser garífunas.

Alvaro Guzmán

Difundir y contagiar la cultura en todas sus formas es indispensable, ya que nos sensibiliza y mantiene lo que somos: seres humanos, y no solo seres.

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