Asperger, mi querido Sherlock

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“El autismo común y corriente es como vivir en una burbuja. El síndrome de Asperger sería parecido, solamente que la burbuja tiene ruedas de 4×4 y un portátil de última generación.” Así definía Gregory House, el ya famoso médico del hospital Princeton-Plainsboro de la serie de televisión House, el síndrome de Asperger. Y mucho se ha teorizado de las posibles patologías psicológicas o psiquiátricas del doctor especialista en diagnóstico. Uno de las que se le atribuyen, no de manera muy acertada, es el mismo síndrome que intenta definir con esta sentencia. Al igual que muchos de sus rasgos personales parece que los recoge de Sherlock Holmes, podría haber heredado éstos del detective londinense.

 Es difícil de delimitar con precisión la personalidad de Sherlock Holmes. Su historia es una especie de reciclado de otros,y eso le ha convertido en  el personaje de ficción del mundo más representado. Hay algunas características clave de la versión original de Sir Arthur Conan Doyle que tienden a mostrar una y otra vez, que Holmes sufría un grave caso de síndrome de Asperger. El personaje no sólo se presenta como un hombre muy inteligente, sino que también está obsesionado con determinados temas y esto hace que excluya totalmente todo lo demás que le rodea.

En el caso de Holmes son notables sus obsesiones desiguales. Posee habilidades visuales-espaciales, habilidades musicales, y todo trata de realizarlo de forma perfecta en el primer intento. Pero lo más revelador es que el talento de Holmes estaba ligado a una incapacidad para relacionarse socialmente con nadie. Una ausencia de empatía antropológica enfermiza que gobierna todo,  a excepción de su relación con Watson. En sus historias se embarcaba en largos monólogos sobre temas muy específicos y, casi siempre, sin tener un oyente a su lado.

sherlock bbc En 2010, la BBC produjo una serie de tres episodios sobre Sherlock Holmes, titulada Sherlock y ambientada en la actualidad. La miniserie cuenta con la participación Benedict Cumberbatch como un Sherlock Holmes con un punto más histriónico del que nos tenía acostumbrados, y Martin Freeman como un Doctor Watson recién llegado de la guerra de Afganistán cargando un trauma no explicado. Con una estética muy cuidada, en la línea de las producciones de la cadena británica, podemos acercarnos a un detective fuera de la norma, canalizando sus delirios y rarezas en un discurrir frenético por las calles de Londres.  

Holmes se nos muestra irónico, hiriente, sarcástico y aún más egocéntrico, si es posible, pero tremendamente adictivo. El espectador se convierte en cómplice del habitante de Baker Street 221B y compañero en la desesperación de Watson. Su vanidad roza máximos y precisamente por eso es difícil despegarse de la acción. El intento de comprensión de su complicada psique es un aliciente más para la serie. Quizás sea eso lo que atrae en él, el punto de cabrón que intriga en personajes que son distintos, las más, rozando lo dañino. Por mucho que digamos que no, nos tira el lado oscuro.

 

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