6 razones por las que hay que ver ‘La La Land’

La La Land
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El viaje a la Ciudad de las Estrellas empezó hace unos meses cuando ese homenaje al cine, los sueños y Los Ángeles que es La La Land inauguró la pasada edición del Festival de Venecia. La última película de Damien Chazelle (Whiplash, 2014) ya ha conquistado al público en medio mundo y, mientras recorre ese camino que, probablemente, termine con su triunfo en la próxima edición de los Oscar, realiza una parada técnica en nuestro país a partir del 13 de enero. Poco más se necesita que un vistazo al tráiler para querer ver La La Land en pantalla grande, pero, por si aún no te ha convencido, a continuación te damos seis razones por las que merece la pena.

1.Por su historia

¿Es posible que los atascos tengan algo positivo? Probablemente, no. Pero cuando se trata de Sebastian y Mia todo cambia. Ambos se conocen en pleno embotellamiento en una autopista de Los Ángeles y representan un arranque cinematográfico difícil de olvidar que no es más que una metáfora de unas vidas que parecen no avanzar. «Los Ángeles le da a uno la sensación de un futuro con más fuerza que cualquier otra ciudad que conozco», decía Henry Miller. Y eso es precisamente lo que anhelan los protagonistas: un futuro, por muy difícil que sea conseguirlo. Él, como pianista de su propia banda de jazz de culto alejado de los tintes comerciales. Ella, como actriz y bailarina. Esperan impacientes una oportunidad que les permita demostrar su talento y, mientras tanto, se aventuran en un viaje agridulce que evidencia que integrar amor, música, realidad y sueños es una tarea más compleja de lo que parece.

2. Por su pareja protagonista

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Para tal recorrido no se nos ocurre una mejor pareja que la formada por Ryan Gosling  y Emma Stoneaunque para Chazelle no fueran sus primeras opciones. El papel de Sebastian iba a ser interpretado por Miles Teller y el de Mia por Emma Watson, que terminó rechazándolo para poder encarnar a Bella en la adaptación del clásico de Disney, La Bella y la Bestia (Bill Condon, 2017) -película que, por cierto, iba a protagonizar Gosling hasta que prefirió ponerse a las órdenes de Chazelle-.

Ahora parece imposible concebir esta cinta sin el tándem Gosling-Stone. Aunque ya compartieron pantalla en Crazy, Stupid, Love (Glen Ficarra y John Requa, 2011) y Gangster Squad: brigada de élite (Ruben Fleischer, 2013), La La Land parece reforzar esa cautivadora química que existe entre ambos y que Stone atribuye al esfuerzo: «Con nosotros se habla mucho de química escénica, pero yo lo que veo es mucho trabajo en equipo. Ryan es ideal, porque combina la masculinidad de Gene Kelly con la generosidad de Fred Astaire, que aprendió a bailar con su hermana y era la pareja de baile perfecta». Y no parece equivocarse porque ambos hacen que actuar, cantar y bailar parezca fácil. Un dato: Ryan se aprendió todas las canciones que interpreta en el piano, de forma que no fueron necesarios ni dobles de manos ni retoques digitales en postproducción.

3. Por ser un canto al musical clásico de Hollywood

¿A quién no le gusta Melodías de Broadway (Harry Beaumont, 1929), Los paraguas de Cherburgo (Michel Legrand, 1964) Cantando bajo la lluvia (S. Donen y G. Kelly, 1952) o Sombrero de copa (M. Sandrich, 1935)? La La Land suena a todas ellas. A Debbie Reynolds, Gene Kelly y Donald O’ Connor cantando Good morning o a Fred Astaire y Ginger Rogers bailando Isn’t this a lovely Day (To be caught in the rain). Y la verdad, se agradece. Como cinéfilo confeso, Chazelle revisita el género -quién sabe si terminará resucitándolo- y lo actualiza en esta historia musical de corte clásico. Aunque para lograrlo tardara más de seis años; lo que necesitó para fraguar el guion, la banda sonora y el proyecto en sí. Le dio tiempo a arrasar con Whiplash (2014) antes de embarcarse en este homenaje a Los Ángeles como meca del cine, la música y, ¿por qué no?, los sueños.

4. Por su banda sonora

Una vez más, Damien Chazelle vuelve a confiar en Justin Hurwitz para componer la banda sonora. Cabe decir que este dueto se formó mientras ambos estudiaban en la Universidad de Harvard. Chazelle le enseñó a su por entonces compañero de habitación y de banda su película favorita: Los paraguas de Cherburgo (Michel Legrand, 1964). Desde entonces, ambos soñaban con crear música propia de los años cuarenta y cincuenta y, sobre todo, con matices de jazz. No hay que olvidar que el director se formó como batería de jazz en el Princeton High School. De hecho, ha reconocido que es cineasta porque nunca hubiera logrado ser un gran músico.

Su primer contacto con el género musical fue en Guy and Madeline on a Park Bench (2009), ópera prima y proyecto de final de carrera que narra en blanco y negro el romance de un trompetista. Después vino Whiplash, (2014) con la que se alzó con cinco Oscar, entre ellos mejor Sonido. Si Whiplash era ritmo y cadencia, La La Land es sosiego y serenidad. Canciones como City of stars, que emanan nostalgia del siglo pasado, se contraponen a otras como Someone in the crowd, que poseen un ritmo adecuado a nuestra época y ese swing que invita a bailar. Y para ello nada mejor que unos ingeniosos números de baile a cargo de Mandy Moore, coreógrafa de El lado bueno de las cosas (David O. Rusell, 2012).

5. Por su estilo visual

Frente al montaje rítmico y entrecortado de Whiplash, La La Land destaca por unos planos secuencia que incitan a la contemplación de una puesta en escena atemporal, alejada de los clichés de Los Ángeles y con cierto toque retro. La fotografía – realizada por Linus Sandren-, los decorados, el vestuario -a manos de Mary Zophres – y sus respectivas paletas cromáticas se complementan y se ponen al servicio de la historia para crear una auténtica armonía visual.

6. Por sus premios

Por los que ya tiene y por los que aún le quedan por conseguir. Hasta ahora, ya ha logrado 38 premios. Los más recientes, los de la pasada gala de los Globos de Oro donde fue la gran triunfadora de la noche estableciendo incluso un récord histórico: 7 nominaciones y 7 galardones (mejor película, mejor director, mejor guion original, mejor actor y actriz de comedia o musical, mejor banda sonora original y mejor canción original). Más que cualquier otra película en la historia de estos premios. Por si fuera poco, también ha conseguido 2 nominaciones en los Premios de Sindicato de Actores, 12 en los Premios Satellite y 11 en los BAFTA.

Y aún quedan los Oscar. En 85 años de historia, sólo diez musicales se han llevado el Oscar a Mejor Película. Tendremos que esperar al 24 de enero para ver si se encuentra entre las nominadas (todo apunta a que así será) y al 27 de febrero para comprobar si puede equipararse a Melodías de Broadway (Harry Beaumont, 1929), Un americano en París (Vincente Minelli, 1951) o Chicago (Rob Marshall, 2002), todas con estatuilla. Hasta entonces, podemos seguir escuchando su magnífica banda sonora. A ver quién puede salvarse de entonar ese pegadizo silbido de City of stars.

 

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